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Empieza septiembre y como cada nueva temporada viene acompañada de nuevos propósitos para “hacer las cosas bien” “enderezar tu vida” y, como no, aprender inglés de una vez por todas.

Este tipo de frases se repiten una y otra vez con cada nuevo comienzo de temporada. Es algo cíclico, pero nunca acabamos de convencernos de que no basta con repetir nuestros deseos en voz alta para que éstos se cumplan.

¿Por qué a los españoles les cuesta tanto aprender inglés?

En primer lugar, para aprender cualquier cosa, y más si se trata de un idioma, hay que olvidarse de los complejos y esto es, no sé por qué, inherente al español.

No he conocido pueblo que se vitupere más, se insulte y que sea más crítico consigo mismo que el español. Es una costumbre poco sana, nada inteligente y que, además, suele favorecer a los demás países.

No he conocido a ningún inglés o americano que se sintiese avergonzado por pronunciar el español como si se acabase de beber un barril de Rioja. Siguen practicando e intentándolo hasta que lo consiguen. Y cualquier español que se burle de su forma de pronunciar es porque ignora que su acento de alcohólico empedernido se debe a que en su idioma algunas consonantes son plosivas. Un sonido plosivo es un sonido consonántico producido por el cierre completo del tracto vocal, de forma que el flujo de aire aparece completamente bloqueado por un instante. Cuando este cierre finaliza, el aire se escapa produciendo un sonido. Este sonido se llama plosión: de ahí el término “plosivo”.

Hay muchas otras nacionalidades a las que podría referirme, por ejemplo los chinos. No he visto que ningún chino dejase de hablar español, a pesar de tener serias y comprensibles dificultades para pronunciar todas las “erres” ya que tienden a convertirlas en  “eles”.

Así como la pronunciación en inglés de los alemanes. Muchos de ellos, tienen un problema al pronunciar la “w” porque la pronuncian como una “efe”:

“Fi are happy to see you” en vez de, “We are happy to see you”.

También tienen problemas con la “s”, pues les resulta muy difícil la “th”, que tiene un sonido parecido a nuestra “z”, sólo que al pronunciarla hay que sacar más la lengua.

Un claro ejemplo es este famoso vídeo de You Tube del operador de radio de un barco que oye un S.O.S.

“We are sinking”

“We are thinking”.

“What are you thinking about?”

Como buen alemán, siempre dispuesto a hablar un rato.

Por tanto, los alemanes también podrían vituperarse hasta la saciedad, pero se centran en las cosas que hacen bien y así se nota menos. Una actitud más acertada.

Por otra parte, el aprendizaje de idiomas en España está obsoleto desde hace años. Teoría mucha, práctica nula. Y aunque ahora están empezando a emplear nuevos métodos para renovarse, están bastante mal pensados y son una pérdida de un tiempo precioso.

Es cierto que un idioma no deja de aprenderse nunca, ni tan siquiera el materno. Los idiomas están llenos de entresijos y son, sobre todo, entes cambiantes, vivos que no dejan de desarrollarse, avanzar y crecer.

Sin embargo, es posible aprender a expresarse con naturalidad en un idioma extranjero, leerlo y escribirlo sin que esto lleve unos cien años, como ocurre en España.

Matricularse en un curso puede ayudar, depende del curso y del profesor, pero el aprendizaje de un idioma es algo íntimo, es sólo entre tú y el idioma.

Tampoco es algo que se pueda forzar, es un acto natural que requiere tiempo, para unas personas más y para otras menos, pero hay que tener presente que, antes de empezar con este proceso, necesitaremos hacer un “vaciado de datos”. Es decir, tu mente tiene que estar abierta al cambio que se va a producir y no puedes ponerte a comparar, ni pronunciación, ni gramática, ni los giros con tu idioma materno con el que estás aprendiendo. Es simplemente otro idioma y tienes que aceptarlo, con las cosas que te gustan y con las que no.

La única manera de llegar a dominar una lengua hasta el punto de pensar en esa lengua, es rodearse de ella durante el mayor tiempo posible.

Comentarios como, “qué forma tan rara de pronunciar tienen éstos”, sólo denota ignorancia, porque para ellos tú también pronuncias de una forma rarísima.

Ahora mismo me viene a la mente una chica de la República Dominicana que, casada con un alemán, intentaba aprender el idioma de él sin éxito alguno y siempre solía quejarse de que “los alemanes hablaban con los dientes pegados” y como ella no los tenía pegados, por eso no podía aprender alemán.

Tampoco establezcas una cruzada contra las estructuras y las traduzcas directamente de las españolas, en un intento de colonizar al otro idioma. Las estructuras son distintas y ya está, al igual que la gente que las utiliza tienen otras formas de pensar y ven el mundo con matices algo diferentes a los tuyos.

Acepta que es distinto y que la pronunciación es otra parte de él y por ello igual de importante. Por poner un ejemplo, las vocales en inglés no son tan abiertas como en español, por tanto, cuanto “más claramente” o “mejor” quieras pronunciar, más acento extranjero tendrás.

Vuelve a ser ese niño que eras, pon tu mente en blanco, copia sonidos y estructuras, aunque al principio sólo balbucees, déjate llevar, disfruta y tanto el inglés, como cualquier otro idioma formará parte de ti.

Los españoles podremos hablar inglés cuando nos olvidemos de nuestros complejos, de nuestro sentido del ridículo y estemos dispuestos a cometer los errores que conlleva todo proceso de aprendizaje.