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¡Se ha abierto la veda, todo el mundo a comprar!
Las calles se han convertido en un zoo de mujeres ataviadas con abrigos y chaquetones de animales de lo más variopinto. Tigres, conejos, panteras, zorros ¡Parece la selva!
Y es que este año todos los mensajes van dirigidos a convertir a las mujeres en peluches con patas. Y, ante ciertas órdenes es mejor no rebelarse. Ellas lo saben y, por eso las acatan.
Han corrido a comprarse cualquier cosa que tuviera pelos y corren por las calles disfrazadas de mofeta, koala o tigre.
Está permitido ponerse un abrigo de imitación o uno de verdad, eso no importa. Unas van de “mira cuánto me he gastado” y otras de “yo soy ecologista y no me gusta matar bichos, en público claro”. Si te has comprado uno de mentira y otro de verdad, mejor. Este año lo que pega es combinar la alta costura, con lo más tirado.
Si no lo sabes, es que no estás enterada de nada, me refiero a que no estás en el mundillo de las noticias verdaderamente importantes.
Las tarjetas de crédito se adueñan de las calles durante estas fechas, al fin y al cabo son las encargadas de mantener el nivel de gasto exigido para pertenecer a la casta del “yo también puedo”. Se usarán hasta que les dejen pulirse la paga extraordinaria. Eso queda mucho mejor, porque vas sacando billetes por ahí, como si pertenecieras a algún sindicato o partido político y es que lo de robar siempre ha sido de mucho más nivel ¡Jo, qué fuerte!
¿Y los hombres? Ellos que solían protestar ante toda esta avalancha de consumismo, ya han sido amaestrados por las campañas publicitarias de las que no se libran ni pegados al iPad, por sus mujeres o por cualquier empresario que haya ido a por ellos, y a por sus carteras, claro.
Todos ellos, han conseguido que se unan al circuito de “no sé hacer otra cosa que comprar”. Y por eso, ellos llevan unas camisas super monas con unas coderas que tienen por fuerza que ser de algún color distinto al de la camisa ¡sino serían de otra temporada! Los pantalones, ah pues, muy “fit” por muy feas que tengan las piernas, si se les cae, mejor, así vemos la marca del calzoncillo ¡qué asco! ¿no? ¡Pero, jo cómo se lleva!
Aunque lo último de lo último este año, es irse al super con el abrigo de pelos y con sombrero. Es por el viento que suele correr entre las latas de tomate, me imagino.
Lo del sombrero de alas con una pluma saliendo, mientras cargas tres bolsas de plástico que te cortan la circulación de las manos, es lo más de lo más. Y si además, llevas los labios pintados como una “It-Girl”, ya ni te cuento.
El modelito hay que lucirlo y ¡dónde lo vas a lucir si no haces otra cosa que ir de compras y al super! Bueno, a veces, también van al super y de compras.
Los telediarios comienzan también a hacer su labor para favorecer el consumismo en otros ámbitos, por si se nos olvidaba algo. Vamos que se preocupan de que no sólo llevemos al bicho en el abrigo, sino que también nos lo comamos.
Y los locutores, con cara de estar confiándonos un secreto de estado, nos advierten de que ¡la gente ya está congelando los percebes o el capón!
Y cierran la noticia con otra pequeña pista a modo de orientación, necesaria para no hacer el ridículo respecto a la media de la «population»: “Este año los españoles nos estamos gastando una media de 180 euros ”. Y si queremos quedar aún por encima de la vecina del cuarto, pues nos gastamos hasta 220 euros ¡Toma ya!
Y es de agradecer que nos lo digan porque, parece ser que si esperamos más, vamos a tener que comprar mucho más caro.
Hay que andarse con ojo, advertencias como ésta, no se pueden dejar pasar por alto. Es aquí cuando todas las señoras, apremiadas por la extrema necesidad de machacarse trabajando como esclavas en la cocina otro año más, forman infinitas colas, creyendo que son sólo ellas las poseedoras del secreto de que hay que congelar.
Y yo, que no soy nada práctica, no sé si repetiré lo de cenar las croquetas del año pasado, o si, en su defecto, me cocinaré una de esas tortillas de patata que me salen tan jugosas. Lo que sí me estoy pensando este año es, lo de cenar de sombrero.