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transferrrrrrrrr

Estos días he estado releyendo un libro que me ha obligado a pensar de nuevo en la cuidad como algo deshumanizado repleto de personajes que van y vienen, cruzando sus caminos una y otra vez y construyendo una tela de relaciones.

Estos recuerdos me los ha traído un libro de John Dos Passos escrita a principios del siglo XX, que lleva por nombre Manhattan Transfer, una estación de tren que existía en New Jersey y que era la estación de transferencia que conducía a Manhattan.

En ella se habla de una forma bastante pesimista de los seres que habitan en la ciudad de Nueva York en la época de la Gran Depresión y en la que en realidad, la protagonista es la ciudad misma.

La novela posee rasgos muy parecidos a los de El gran Gatsby, sólo que  ésta habla del éxito, mientras que Manhattan Transfer habla del fracaso.

El tipo de personajes que describe Dos Passos, y que habitan la metrópoli, son bastante intrascendentes. La mayoría de sus personajes son obreros, amas de casa, políticos, estafadores o triunfadores.

Y pensando precisamente en este cuadro de Nueva York, no puedo más que hacer una comparación con la corteza de las urbes gigantescas de hoy en día en las que el ser humano se pierde en una maraña de superficialidad sin lograr dar un sentido real a sus vidas.

Nos hayamos ante una crisis, no económica, sino ante una crisis de valores en la que priman precisamente las cosas que carecen en realidad de importancia. Una situación equivocada que nos ha llevado a relegar a un segundo, tercer o cuarto plano la esencia de lo que nos hacía ser felices. Impulsándonos a comprar trozos falsos de esa felicidad perdida a través de pequeñas satisfacciones materiales, que sólo sostienen a unos pocos y empobrecen a la mayoría.

¿Acaso la historia se repite una y otra vez, forzándonos a despertar de nuestro estúpido deambular y atendamos a lo realmente esencial de la vida?

Podemos pensar que esto ocurre porque sí, o podemos decantarnos hacia cuadros que se repiten porque este es el plan que quieren que sigamos.

Dos Passos fue miembro de la denominada Generación Perdida, en donde también se incluyen autores como Ernest Hemingway, Francis Scott Fitzgerald, Ezra Pound, William Faulkner, o John Steinbeck. Todos estos escritores, plagaban sus libros de desfiles de personajes dominados por la soledad y la angustia existencial; personajes que se encontraban en un mundo estéril y cuarteado moralmente. Un mundo enmarcado por la gran guerra y el crack financiero norteamericano.

John Dos Passos ataca la hipocresía y el materialismo de los Estados Unidos entre las dos guerras mundiales. A mi juicio dos elementos muy presentes en la sociedad de hoy en día que están llevando a la sociedad hacia un agujero en el que ya se hallan inmersas más de dos generaciones y del que será difícil salir.

Una sociedad que desconfía de su futuro y que da tumbos ante la falta de valor que aportan sus dirigentes, ante la carencia absoluta de ideales, movida por la premisa del sálvese quien pueda, en la que prima la deshumanización de crecientes monstruos urbanos. Y una época marcada también por un individualismo feroz en el que hemos abandonado normas esenciales, en otros tiempos pilares en los que se sostenía nuestra sociedad.

Y ante esta situación, cuya solución veo muy lejana, sólo se me ocurre pensar que si, como viene ocurriendo desde hace siglos, la historia se repite en ciclos, esta crisis de valores tendrá una solución, aunque aún no la podamos vislumbrar.

Confiemos en que así sea.