Etiquetas

,

cbeba9957d855e8ab2a4dfe90a166239 Hoy hace frío.

No me pasa, aunque llevo puesto el jersey de lana más gordo y amplio que tengo.

Me siento al lado de la ventana y pongo mis piernas dentro del jersey intentando crear una bolsa de aire cálido que me caliente el cuerpo.

Observo a la gente que pasa por debajo de mi ventana.

Ahora tengo aún más frío.

Es un frío extraño.

Me preparo un café caliente.

Vuelvo a mi posición fetal. Esta vez acurrucada en el sofá con la taza de café entre mis manos.

Cierro los ojos y acerco la nariz al vapor que sale de aquel líquido oscuro que huele tan bien.

Después de dos sorbos, vuelvo a abrir los ojos.

De las mangas de mi jersey, sólo salen mis dedos. Hago un esfuerzo e intento palparme las piernas y la cara.

La temperatura de mi piel es cálida.

Sin embargo, el frío no me abandona.

Siento como si un trozo de hielo me recorriese el cuerpo sin olvidar ningún rincón.

Mi móvil abandonado en una esquina de la mesa de madera que tengo delante de mí, comienza a sonar furiosamente, con urgencia.

Es un sonido molesto que interrumpe mi silencio.

No voy a sacar mis manos de debajo del jersey, ni abandonaré mi taza de café.

No voy a moverme.

No quiero contestar.

Tengo frío.

Es un frío interno, una corriente helada que me recorre por entero el cuerpo, que se mete hasta los rincones más recónditos de mí.

Sitios que había olvidado.

No importa lo que haga, yo sé que no va a irse.

Hacía años que no sentía este frío.

Hacía años que no sentía tanto frío.

No siento nada.

Por eso tengo frío.