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pensando

Antes me ponía nerviosa que mis planes se torciesen.

Ahora sé que el futuro es pura ficción.

Y del pasado quedan recuerdos. No se puede cambiar. Sirve para recordar, para olvidar o para aprender de él.

Un simple movimiento de cabeza hacia un lado o hacia otro, puede cambiar tu vida.

Todos intentamos controlar lo que pensamos que podemos controlar. Las amistades que elegimos, trabajos que escogemos, las fiestas a las que vamos, los lugares que visitamos o en los que vivimos.

Nunca controlas todo.

En realidad estás expuesto a circunstancias que te rodean y sobre las que no puedes ejercer ningún control.

En el momento en el que eliges, irradias consecuencias.

Todo lo cambia todo.

Es como un efecto dominó imposible de parar.

El recorrido te compromete a tomar una dirección u otra dentro de tu laberinto de decisiones, que es tu vida. Te fuerza a escoger aunque no quieras hacerlo.

Siempre hay un camino, hacia la derecha, hacia la izquierda hacia el centro o en medio de todos éstos.

Y tomas uno de ellos, no hay opción a quedarse quieto.

Y cuando escoges, bien o mal, todo lo cambia todo.

Se produce una cadena de acontecimientos, pequeños detalles, conexiones invisibles que tuercen tu camino y tu futuro.

Podemos esperar al futuro, aunque éste aún no existe en el presente.

Todo lo cambia todo.

Mi presente es esta entrada que estoy escribiendo ahora.

El futuro que espero, es publicarla esta tarde.

Es mi intención. Es lo que espero.

Esta tarde convertiré mi pasado en presente y habré hecho realidad lo que esperaba de mi futuro.

Por lo menos, es lo que espero.