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Mi amor por ti se remonta a tiempos que no puedo recordar.
Siempre has estado ahí.
En mi memoria, los momentos más felices, siempre estabas tú de fondo con tus olas acariciando una y otra vez la arena.
Cuando vivía en el extranjero no podía esperar a que llegase el verano para venir a verte.
Te echaba tanto de menos…
Me gustan los veranos de verdad, los míos.
Ésos en los que me dejo llevar por la vida.
Mis cálidos días de descanso, en los que cada mañana, cuando me despierto, es un día distinto.
Días en los que sé que la vida me regala horas junto a ti.
Mi mar, mi agua azul verdosa, trasparente y suave. Tú que guardas en tu silencio mis secretos.
Esos días se van a repetir dentro de poco.
No me gustan los veranos que le gustan a la gente, pero adoro mis veranos.
Ningún verano es igual a otro, por lo menos para mí.
Cada verano está repleto de nuevos sentimientos que descubrir.
Cada cala solitaria, cada forma nueva con la que has moldeado las rocas de las playas, después de tus voraces tormentas de invierno, cada pueblo que no he visto, cada lugar que ya conozco y ha cambiado, es un lugar que me regalas.
Todos mis veranos sigo la misma norma, hacer lo que deseo hacer, pero nunca sin ti.
Me encantan los días de sol en los que no necesito más que un vestido, mi bikini y unas sandalias para ir a verte.
Me encanta cuando la niebla que a veces esparces, me permita leer, escribir y desayunar despacio mientras tú me acompañas, paciente, con tu color azul de fondo y me esperas.
Me encanta tener el pelo mojado al final del día de tanto nadar en ti.
Sentir el cansancio en mi cuerpo por haber estado juntos tantas horas.
Siempre te tengo a ti.
No concibo un verano sin tu olor, tu furia o tu calma.
Estoy enamorada de ti desde que nací.
Me he hundido entre tus aguas y he navegado por encima de ellas.
Me has arrastrado por la arena hasta hacerme arañazos en la piel.
Más tarde, me has alzado dulcemente en una de las crestas que se forman en tus olas y me has depositado en la playa de nuevo.
Estamos hechos el uno para el otro porque somos iguales.
Unas veces, dulces y pacíficos, cuando queremos embrujar.
Otras, dejamos crecer tormentas en nuestro interior, hasta hacerlas estallar en un mar de espuma blanca, que engaña por su belleza.
Somos generosos y, al tiempo ruines, cuando nos enfurecen.
Tenemos días azules de una belleza diáfana, pero otros días somos grises e imposibles de entender.
Espero ansiosa a que vuelvas a tenerme entre tus brazos durante horas, mi mar, mi amor.
Tu amante de verano, es mi amante de otoño. Incluso en invierno, cuando bajo a Alicante, y me encuentro con esos 20 grados, necesito ese olor a sal, esa brisa, esa luz, ese azul, ese sonido de las olas… Espero que ya te falte poco para verlo. Un abrazo virtual.
Me falta poco para volver a verlo, aunque la espera se hace larga en esta época.
Espero que a ti te resulte más corta y pronto puedas volver a oler el mar de Alicante.
Otro abrazo virtual.
Livia.