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Me encuentro en la línea de salida.

Espero.

No dejo de hacer mil cosas al tiempo sin dejar de esperar.

Espero, te espero.

Desde la galería veo cómo el mar se tiñe de los cálidos colores del atardecer.

En mi nuevo mundo he logrado fundir el pasado y el futuro para que configuren mi presente.

Desde mi nueva ventana la vida adquiere una perspectiva distinta.

El cambio incluye elementos y personajes nuevos en la misma novela, en la misma vida.

Observo detenidamente cada rincón de este nuevo lugar.

Es un lugar sin muebles, vacío, repleto de nada hasta los bordes, lleno de promesas. Un espacio ansioso por dejar de estar ahí, sin vida, que pide a gritos empezar a ser. Quiere ser llenado, pero no de objetos, sino de momentos.

Mi mente vaga y mis ojos se deslizan por cada esquina de la estancia. Me hundo poco a poco en un océano de posibilidades. Los caminos son infinitos y están listos para ser recorridos, sin tener que dejar atrás, sin abandonar, sin olvidar.

Mis ojos se abren a un proyecto que se ha convertido en la conjunción perfecta de todos los elementos que quería unir y no lograba encontrar ni el modo, ni el lugar para completar un puzle que parecía tener pocas piezas que encajasen.

Todo lo que parecía imposible, resulta posible ahora.

El trayecto ha sido largo, infinito, agotador, extenuante y no parecía tener fin o solución.

Un proyecto de vida en el que me he quedado paralizada un millar de veces sin saber hacia dónde seguir. Mirando a un lado y a otro, detenida en innumerables encrucijadas sin ser capaz de optar por una trayectoria u otra.

Ahora todo parece producto de una pesadilla. Pura ficción.

Los lazos entre fronteras, lo internacional con lo de siempre, todo se ha unido en una conjunción única.

Todo lo nuevo se vuelca, se mezcla y clarifica mi presente.

Los viajes hacia mundos desconocidos, hundiendo mis palabras en los términos desconocidos de nuevos idiomas, ahora son de nuevo posibles sin abandonar a quienes nunca lo han hecho.

Pensar no basta, la constancia hacia el objetivo y la actuación, han liderado la marcha.

No perder de vista el objetivo, asirnos a él con insistencia, sin desfallecer y con ahínco es la fórmula para lograr lo que persigues. Ser fiel a lo que tú crees, por muy sola que te sientas, por difícil que resulte. Y probar cada día con una idea distinta sin soltar jamás las cuerdas, aunque a veces estés convencida de que éstas te van a ahogar.

Soñar con lo que no puede ser.

Creer que se hará realidad.

Continuar sin permitir que te detengan, aunque todo y todos lo intenten con todas sus fuerzas.

Negarse a escoger.

Unir dos mundos imposibles.

Ellos en mi vida y tú también en ella.

Recuperar mi vida internacional sin abandonar estos ventanales que me dejan ver el mar, ellos me acogerán tras el bullicio de algún aeropuerto.

El pasado, el presente, el futuro, una nueva vida y la antigua con lo internacional en mi propia casa, acurrucándome entre todo ello para dejarme llevar.

Impidiendo la entrada a los que no estaban cuando debían estar.

La espera se ha prolongado demasiado, los días se han tornado años.

Sin embargo, ahora que todo está tan cerca, que tú estás tan cerca, espero aquí sola, en esta estancia en la que ya puedo sentir el roce de tus dedos por mi espalda y sobre mi pelo.

Te esperaba y te espero desde esta ventana. Este espacio sin llenar que era mi vida, es ahora una casa vacía, tan solo eso, pero mucho más.

Mañana estarás aquí conmigo dispuesto a formar parte de mi presente y mi futuro, aceptando todo mi pasado.

Los acontecimientos que deseas que ocurran deben ser provocados. Y yo, soy una provocadora nata. Enredo circunstancias y ellas se enredan entre sí.

Me afano en tejer una red distinta, que me prueba una vez más que la vida nunca es estática, aunque a veces parezca que nada se mueve.

Giro la cabeza y echo un vistazo al mar. Me detengo un momento para admirar las piscinas de agua salada y azul cristalino situadas frente al paseo.

Mi intención es desayunar con esta vista todas las mañanas. Cenar despidiéndome del mar mientras apago la última vela encendida.

Desde estos mismos ventanales desayunaré de la mano de la sensatez y por las noches me dejaré llevar por unas gotas de locura, aunque es posible que sea al revés.

No dejaré de escribir, permitiendo que todo lo absurdo se una a lo cuerdo.

Y al final, cuando mi locura y mi sensatez se marchen, será el mar el que me acompañe, ya que él es una mezcla de ambas.

Y mientras tanto, disfrutaré de esta conjunción entre pasado, presente y futuro.