Etiquetas
Debería decirte lo que siento antes de que te vayas.
Debería hablar mientras la luz tenue de la cocina aún alumbra la cena fría.
Debería alzar la copa para brindar por tus logros para que el día no se tuerza al anochecer.
Debería atentenderte para no hundirme en mis recuerdos.
Debería tomar partido.
Debería borrar de la bandeja de entrada todos esos correos.
Debería ofenderme.
Debería pelear y manifestar mi opinión sin miedo, pues nadie escucha.
Debería luchar en tu guerra.
Debería escuchar toda esa música olvidada sin esperar ni un solo instante.
Debería contestar cada llamada .
Debería sumarme al coro de vecinos que desayunan temprano y hablar con ellos despacio.
Debería entender el discurso ajeno.
Debería planchar los vestidos y tirar los zapatos viejos.
Debería cuidar los sentimientos y recogerme el pelo.
Debería mirarte a los ojos, pero me sobran las promesas.
Debería escuchar, olvidar y callarme.
Pero hoy no puedo, quizá mañana.
A palabras como ‘debería’, ‘quizá’, y muy en especial a ‘mañana’, habría que alzarles un monumento de pura gratitud. Y en lugar de eso, van los estúpidos pragmáticos deslenguados e inventan el brutal y feo ‘procrastinación’… Tienen que haber sido los psicólogos, tan insensibles e insolidarios siempre, los primeros en usarla. Pero tú no hagas caso, recuerda la sentencia del mejor poeta vivo, Alberto Caffaratto: «No por mucho madrugar, llegas tarde más temprano».
La verdad es que postergar a un futuro sine die no es lo mío. Me parece muy estresante.
Por otra parte, odio la palabra «procastinación».
Si puedo ser sincera te diré que cuando escribí el primer «debería» no sabía cómo iba a terminar la entrada. No se lo digas a nadie 🙂 Sin embargo, no me refería a posponer, sino más bien a un estado mental.
En cuanto a la frase de Alberto Caffarato es espectacular, aunque muchos no estarán de acuerdo. Pero ya sabes, en poesía cada cual interpreta a su manera.
Un beso,
Livia