Etiquetas
Juro que he hecho todos mis ejercicios de respiración, de autocontrol, de mediocridad, pero no puedo aún caminar entre ellos. Son demasiado molestos.
Se paran sin importarles que haya gente detrás de sus trabajosos pasos. Son lentos. Carecen de reflejos. Están atontados por tantas sesiones ante la televisión o Internet. No están dotados de ningún reflejo, ni de visión lateral. Deberían ponerles espejos retrovisores en las orejas y ni aún así creo que torciesen la cabeza un ápice para mirar lo que tienen detrás.
Y me tienen a mí, siempre a mí, sorteándolos, saltando por las aceras entre estos obtusos zombis cerriles, siempre tropezando a causa de paradas inesperadas, siempre arriesgando la vida por intentar sortearlos para que no interrumpan mi camino.
No ocurre sólo en las aceras, ni en las calles peatonales, es en general, en mi vida porque son idiotas y es imposible que un idiota claudique o se fatigue. Además, hay muchos idiotas.
Me he portado bien. Me he mantenido alejada. He procurado interiorizar que no van a caminar con algún orden lógico, que no van a dejar fluir el tráfico de los peatones, que sólo pretendemos avanzar hacia nuestro destino. Ellos no tienen. Sé que se pararan cada vez que necesiten decir una frase, porque no pueden hacer dos cosas al tiempo.
No creo que existan como individuos, son masa, pues se comportan al unísono y si los miras de lejos no distingues uno de otro.
No se apartan, no se disculpan si te dan un golpe, sólo miran y miran mucho, miran a mi cara con la sorpresa e intensidad descarada de la estupidez y yo, les devuelvo la mirada en espera de esa pequeña disculpa por haberme empujado. Ese acto de comunicación que cuenta tan poco y que nos hace más humanos: La comunicación. Pero no pueden, les resulta imposible, sus cerebros no dan para tanto. Están concentrados en seguir arrastrando los pies, cambiado de ruta, ni izquierda, ni derecha, nada les convence. Es normal, a mí tampoco.
Juro que he hecho todos mis ejercicios de respiración, de autocontrol, de mediocridad. Me he portado bien. Me he mantenido alejada, pero no puedo evitar que sigan cruzando por mi vida.