• Contacto
  • Sobre mí

Livia de Andrés

Archivos mensuales: mayo 2015

Los peatones

22 viernes May 2015

Posted by Livia de Andrés in Reflexiones, Sin categoría

≈ 2 comentarios

Etiquetas

crítica, Reflexiones

 

 

Los peatones

Juro que he hecho todos mis ejercicios de respiración, de autocontrol, de mediocridad, pero no puedo aún caminar entre ellos. Son demasiado molestos.

Se paran sin importarles que haya gente detrás de sus trabajosos pasos. Son lentos. Carecen de reflejos. Están atontados por tantas sesiones ante la televisión o Internet. No están dotados de ningún reflejo, ni de visión lateral. Deberían ponerles espejos retrovisores en las orejas y ni aún así creo que torciesen la cabeza un ápice para mirar lo que tienen detrás.

Y me tienen a mí, siempre a mí, sorteándolos, saltando por las aceras entre estos obtusos zombis cerriles, siempre tropezando a causa de paradas inesperadas, siempre arriesgando la vida por intentar sortearlos para que no interrumpan mi camino.

No ocurre sólo en las aceras, ni en las calles peatonales, es en general, en mi vida porque son idiotas y es imposible que un idiota claudique o se fatigue. Además, hay muchos idiotas.

Me he portado bien. Me he mantenido alejada. He procurado interiorizar que no van a caminar con algún orden lógico, que no van a dejar fluir el tráfico de los peatones, que sólo pretendemos avanzar hacia nuestro destino. Ellos no tienen. Sé que se pararan cada vez que necesiten decir una frase, porque no pueden hacer dos cosas al tiempo.

No creo que existan como individuos, son masa, pues se comportan al unísono y si los miras de lejos no distingues uno de otro.

No se apartan, no se disculpan si te dan un golpe, sólo miran y miran mucho, miran a mi cara con la sorpresa e intensidad descarada de la estupidez y yo, les devuelvo la mirada en espera de esa pequeña disculpa por haberme empujado. Ese acto de comunicación que cuenta tan poco y que nos hace más humanos: La comunicación. Pero no pueden, les resulta imposible, sus cerebros no dan para tanto. Están concentrados en seguir arrastrando los pies, cambiado de ruta, ni izquierda, ni derecha, nada les convence. Es normal, a mí tampoco.

Juro que he hecho todos mis ejercicios de respiración, de autocontrol, de mediocridad. Me he portado bien. Me he mantenido alejada, pero no puedo evitar que sigan cruzando por mi vida.

Share this:

  • Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
  • Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
  • Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
  • Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...

El hotel del silencio

21 jueves May 2015

Posted by Livia de Andrés in Ensayos

≈ Deja un comentario

Etiquetas

Reflexiones

El hotel del silencio

Son las ocho de la tarde.

Observo el arco iris desde la suntuosa cafetería del hotel.

La calma del mar se pega directamente a mis movimientos que, desde que he deshecho las maletas, son lentos y pausados.

Un camarero, de los de antes, se acerca para servirme un vino blanco frío.

No ha sido un viaje largo pero me ha transportado a otro mundo.

Cierro los ojos un momento, y al segundo vuelvo a abrirlos ante la posibilidad de perderme alguno de esos instantes de sensaciones regaladas que me merezco.

Extraño que me diga a mí misma “me lo merezco”. Quizá sea cierto eso de que se mejora con los años, por lo menos en algunas cosas. Otras, como los defectos, se agravan.

No puedo dejar de admirar cómo los últimos rayos del sol de la tarde se han mezclado con ese arco iris tan extraño como multicolor.

El silencio del hotel en temporada baja es una bendición en todas sus formas.

Un silencio, que lejos de adormecerme, me despierta.

Los cristales me protegen de un mar que casi puedo rozar con los dedos de la mano. Una gaviota me mira suplicante detrás de ellos mendigando alguna de las enormes almendras que me han servido con el vino.

No pienso abandonar el hotel ni para cenar. Quiero ser su prisionera, como lo he sido de mí misma hasta que he entrado en él.

Llevo media hora mirando un punto azul en el mar que se extiende exultante ante mi extasiada mirada presumiendo de sus diversas tonalidades de azul.

Todo este rato, me ha parecido un segundo, una ráfaga en mi vida. Tengo sed de paz. Quiero más.

Echo un vistazo a la decoración del solemne alojamiento, y mientras repaso unos elaborados cortinajes, me pregunto cómo no me había dado cuenta de que estaba tan cansada del ruido.

Creo que  sólo puedes darte cuenta de esto sentada en medio aquel silencio.

Acaricio la copa de vino. Todo está envuelto en una lentitud que vuelve borrosos los antes y los después mientras una capa protectora aísla mi presente.

Oigo unos pasos en la lejanía que me obligan a desviar la mirada hacia la puerta de la cafetería. Un hombre joven aparece en el umbral y antes de tomar asiento en su mesa, indica al camarero con un rápido movimiento de barbilla que lo atienda con premura.

Camina con seguridad hacia mí mientras en su rostro se va dibujando una sonrisa.

Me besa, se sienta y me dice lo satisfecho que se encuentra por haber elegido ese hotel.

Sonrío contenta por verlo feliz. Yo también lo estoy.

Sin embargo, no puedo evitar preguntarme, ¿por qué el mundo vuelve a girar de nuevo ahora con tanta prisa? ¿Dónde está ese silencio que ya no puedo sentir? ¿Por qué se ha ido? ¿Por qué no se ha quedado ni la suplicante gaviota detrás de los ventanales? ¿Es que no sabe que ahora habrá más almendras en la mesa?

Quizá la que no me de cuenta de nada sea yo.

Share this:

  • Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
  • Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
  • Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
  • Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...

Entradas recientes

  • Sobre prácticas antiestrés
  • Olor a nieve
  • Puedo prometer y prometo
  • El tamaño importa
  • El datáfono
  • Un tranquilo paseo
  • Sólo puede quedar uno
  • La manipulación de las masas
  • Feliz Navidad y Año Nuevo
  • «Amigos compatriotas…»

Archivos

  • marzo 2023
  • diciembre 2022
  • agosto 2022
  • mayo 2022
  • febrero 2022
  • diciembre 2021
  • octubre 2021
  • julio 2020
  • junio 2020
  • mayo 2020
  • abril 2020
  • octubre 2018
  • julio 2018
  • junio 2018
  • febrero 2018
  • enero 2018
  • diciembre 2017
  • septiembre 2017
  • julio 2017
  • junio 2017
  • marzo 2017
  • febrero 2017
  • enero 2017
  • diciembre 2016
  • noviembre 2016
  • septiembre 2016
  • agosto 2016
  • julio 2016
  • junio 2016
  • mayo 2016
  • abril 2016
  • marzo 2016
  • febrero 2016
  • septiembre 2015
  • agosto 2015
  • julio 2015
  • junio 2015
  • mayo 2015
  • abril 2015
  • marzo 2015
  • febrero 2015
  • enero 2015
  • diciembre 2014
  • noviembre 2014
  • septiembre 2014
  • agosto 2014
  • julio 2014
  • junio 2014
  • mayo 2014
  • abril 2014
  • marzo 2014
  • febrero 2014
  • enero 2014
  • diciembre 2013
  • noviembre 2013
  • octubre 2013
  • septiembre 2013
  • agosto 2013
  • julio 2013
  • junio 2013

Categorías

  • crítica
  • Educación
  • Ensayos
  • Fotografía
  • Humor
  • Idiomas
  • Literatura
  • poesía
  • Política
  • Reflexiones
  • relatos
  • Sin categoría
  • Traducción
  • Uncategorized
  • Vida

Alemania Berlín blog Bruselas Budapest Cine crítica Debería economía educación English escritores Estocolmo Estrasburgo Europa extranjero Fotografía Galicia Hannover hipocondría historias humor ideas Idiomas Literatura Londres Luxemburgo Munich música Oporto Parlamento Europeo París pensamientos Plymouth poesía Política recuerdos Reflexiones Reino Unido relatos Salamanca Suecia Suiza traducción Universidad USA vida Zúrich

Introduce tu dirección de correo electrónico para seguir este Blog y recibir las notificaciones de las nuevas publicaciones en tu buzón de correo electrónico.

  • RSS - Entradas
  • RSS - Comentarios
Follow Livia de Andrés on WordPress.com

Entradas y Páginas Populares

Sobre prácticas antiestrés
Olor a nieve
Puedo prometer y prometo
El tamaño importa
El datáfono
Un tranquilo paseo
Sólo puede quedar uno
La manipulación de las masas
Feliz Navidad y Año Nuevo
"Amigos compatriotas…"

Comentarios recientes

Antonio Rodríguez Mi… en Sobre prácticas antiestrés
Livia de Andrés en Sobre prácticas antiestrés
Antonio Rodríguez Mi… en Sobre prácticas antiestrés
Livia de Andrés en Sobre prácticas antiestrés
Gustavo Catalán en Sobre prácticas antiestrés
Gustavo Catalán en Puedo prometer y prometo
Livia de Andrés en Puedo prometer y prometo
Gustavo Catalán en Puedo prometer y prometo
Livia de Andrés en Un tranquilo paseo
Santiago Pérez Malvi… en Un tranquilo paseo
Livia de Andrés en Un tranquilo paseo
bustodelavega en Un tranquilo paseo
Livia de Andrés en Sólo puede quedar uno
sabiusblog en Sólo puede quedar uno
Livia de Andrés en Sólo puede quedar uno

Comentarios recientes

Antonio Rodríguez Mi… en Sobre prácticas antiestrés
Livia de Andrés en Sobre prácticas antiestrés
Antonio Rodríguez Mi… en Sobre prácticas antiestrés
Livia de Andrés en Sobre prácticas antiestrés
Gustavo Catalán en Sobre prácticas antiestrés
Gustavo Catalán en Puedo prometer y prometo
Livia de Andrés en Puedo prometer y prometo
Gustavo Catalán en Puedo prometer y prometo
Livia de Andrés en Un tranquilo paseo
Santiago Pérez Malvi… en Un tranquilo paseo
Livia de Andrés en Un tranquilo paseo
bustodelavega en Un tranquilo paseo
Livia de Andrés en Sólo puede quedar uno
sabiusblog en Sólo puede quedar uno
Livia de Andrés en Sólo puede quedar uno

Creative Commons Licence

Licencia Creative Commons
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

Blog de WordPress.com.

Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: Política de cookies
  • Seguir Siguiendo
    • Livia de Andrés
    • Únete a 50 seguidores más
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Accede ahora.
    • Livia de Andrés
    • Personalizar
    • Seguir Siguiendo
    • Regístrate
    • Acceder
    • Denunciar este contenido
    • Ver sitio web en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...
 

    A %d blogueros les gusta esto: