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Una misma copa de vino sabe distinto según el sitio en que la tomes, las emociones que sientas o las circunstancias en las que te encuentres.
No es suficiente con comunicarse de forma coherente, razonable o con exponer ideas brillantes.
La aceptación de tu forma de vivir, de tus charlas o escritos siempre se halla supeditada a quien recibe el mensaje.
Los receptores te interpretarán de formas muy diversas, que dependerán de factores tales como, el prisma de sus emociones, sus prejuicios, sus ideas preconcebidas o de sus creencias determinadas. No existe un receptor objetivo, al tiempo que no existe un mensaje objetivo.
Aunque todos nos hallamos bajo unas circunstancias parecidas, mientras unos piensan que la vida es un juego, otros la encuentran aburrida, algunos arriesgada, están los que piensan que es una aventura, otros creen que es una fiesta y algunos, te dirán que carece de sentido.
La manera en que vivimos, hablamos o escribimos debe nacer desde la creación, el riesgo, el entusiasmo, la libertad, la individualidad y la originalidad, no desde el conformismo.
No podemos vivir o expresarnos intentando adaptarnos a un pensamiento que nos es ajeno. La fidelidad debe ser hacia nosotros mismos. Las audiencias o las personas que nos entiendan, serán entonces, limitadas.
El crear un proyecto individual se basa en elegir aquellos elementos, actividades o personas que encajen más con nosotros, o en que ellos nos elijan.
El mensaje sólo llega al receptor si se identifica con tu modo de ver el mundo, es decir, si siente empatía con lo que dices o haces.
Todos nosotros estamos buscando la mejor manera de resolver un problema o satisfacer un deseo. Y por ello, buscamos sin cesar, nos lanzamos a curiosear en las vidas ajenas o a leer lo que piensan otros porque tenemos hambre de encontrar piezas que aún sentimos vacías.
Todo el mundo tiene su audiencia. El problema es que ni ella ni tú, podéis llamaros por teléfono, quedar y conoceros.
Por este motivo, seguimos viviendo, hablando y escribiendo, por nuestras ansias de lanzar mensajes para ser encontrados y entendidos.
Y navegamos, presos de esa acuciante sospecha de no ser jamás localizados, o de serlo cuando sea demasiado tarde, mientras continuamos con nuestra búsqueda.
Tienes toda la razón. Excelente reflexión, desde mi perspectiva del mundo ?
Un abrazo,
Andrea.
Gracias por tu comentario, Andrea 🙂
Otro abrazo,
Livia
En efecto, ni el mensaje ni el receptor suelen ser objetivos y es que el lenguaje humano es ambiguo. Por fortuna. ¿De qué otra manera, si no, podría yo adorar un poema que a ti no te gustó, o amar tú una novela que a mí me dejó indiferente? Podríamos probar, ¿quieres?, por ejemplo, con una novelita de Alessandro Baricco. No te diré cuándo la leí ni en qué circunstancias, tampoco si me gustó, y si me gustó, en qué grado lo hizo. Si te transmite o sugiere algo especial, no dejes de contármelo:-) No, no, en serio, esto es un trato, un trato sugerido por esta entrada tuya.
Y como creo que está descatalogada, léetela en este pdf, ¿quieres? No lo he revisado sino encima pero parece fiable.
http://libros-gratis.com/leer-libro-online/?pdf=http://clubdelecturasr.com/literatura/alessandro_baricco_seda.pdf&pdf-title=Seda%20-%20clubdelecturasr.com&title=Seda%20%E2%80%93%20Alessandro%20Baricco
De acuerdo, te daré mi opinión en cuanto pueda.
Gracias por tu comentario.
Un beso.
… sino por encima, claro. Ya sabes: el calor.
Me doy cuenta 🙂