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El mundo es feo, sólo que hay personas que lo embellecen casi sin darse cuenta.
Aprietan toda esa fealdad entre sus labios y la sueltan en forma de belleza para sorprendernos.
Convierten lo imposible en poesía, la tristeza y desesperación en versos, la desolación en canciones que se nos quedan grabadas en la mente sin pretenderlo.
Saben rodearse de esa serenidad que sólo enseña el tiempo.
Han vivido muchas más vidas más que el resto de nosotros.
Nos hablan sobre la tristeza del mundo, sobre todo lo que nos rodea, aquello que, en nuestra cotidiana estupidez, nos negamos a ver.
Ellos saben que el mundo es feo, por eso lo reciclan con sus poemas, con sus canciones, y nos regalan esos espacios iluminados de calidez.
Narran sus vidas repletas de oscuras imágenes de las que ellos se ríen porque saben transformar la fealdad en belleza.
Están preparados porque han vivido sombrías tristezas y saben cómo sentir la belleza.
Suelen ser ellos los que antes nos abandonan dejándonos rodeados de toda la fealdad que nos ofrece el mundo.
Y, ahora, todo se torna algo más feo, otra vez.
Me pregunto si sabremos vivir sin ellos…
Sacan miel de una piedra.
Hacen fuego con el hielo.
No podías haberlo expresado mejor, Fabio.
Gracias por tu comentario.
Un saludo,
Livia
¡Qué lástima, en especial hoy, no ser tan bilingüe como tú! Me pierdo casi todas las palabras previas a la canción:
Ya conoces la leyenda: que si Leonard buscaba por los pasillos del Chelsea a Brigitte Bardot, que si coincidió en un ascensor con la inefable Janis Joplin, que si… De la canción sí que no pierdo palabra, y cuando aún la perdía, de la canción que fuera, me buscaba algo de lo que anda por ahí, como lo que te dejo al final, o sin más me buscaba a cualquier alumno, y de la edad que fuera, que aun sin apenas saber inglés me la traducía al dedillo. Así son los poetas, llegan a todos como una especie de milagro, y generación tras generación. Es el caso de Cohen y el de Dylan.
Tú misma lo has dicho, «los poetas llegan a todos como una especia de milagro». Bueno, si me permites matizar, no llegan «a todos», hay algunos que se quedan como están 🙂
Muchas gracias por tu excelente comentario y por los vínculos que me envías.
Un beso,
Livia
Te transcribo lo que dice antes de la canción que me mandas «Chelsea Hotel», en la que hace gala de su magnífico sentido del humor.
«A thousand years ago I lived at this Hotel in NYC. I was a frequent rider of the elevator on this Hotel. I will continuously leave my room and come back. I was an expert on the buttons of that elevator. One of the few technologies I really ever mastered. The door opened. I walked in. Put my finger right on the button. No hesitation. Great sense of mastery in those days. Late in the morning, early in the evening. I noticed a young woman in that elevator. She was riding it with as much delight as I was. Even though she commanded huge audiences, riding that elevator was the only thing she really knew how to do. My lung gathered my courage. I said to her “Are you looking for someone?” She said “Yes, I’m looking for Kris Kristofferson “I said “Little Lady, you’re in luck, I am Kris Kristofferson.” Those were generous times. Even though she knew that I was someone shorter than Kris Kristofferson, she never led on. Great generosity prevailed in those doom decades. Anyhow I wrote this song for Janis Joplin at the Chelsea Hotel.»
Grazie mille, sé por experiencia que da un montón de curro hacer algo así. Y desde luego merecía la pena. Te debo una…
No problem 🙂
Y lo olvidaba… Lo conoces, ¿verdad? Sin duda. Y mi pregunta pragmática e indignada cada vez que escuché este discurso era, ¿no previeron en esta España nuestra ni un vaso de agua para la bonhomía generosa de este peregrino de las estrellas? Estaba allí y no se la bebió, me dirán los más listos. Ya me extraña, soy desconfiada, soy gallega.
¡Qué razón tienes! Siempre lo he pensado, ja, ja… No había ninguno, que yo haya visto y creo que lo necesitaba, que conste.
Muy buena apreciación 🙂
Por cierto, adoro ese discurso, por mil razones, lo adoro.
Besos.
Me encantó!
Muchas gracias, Claudia.
Un saludo,
Livia