• Contacto
  • Sobre mí

Livia de Andrés

Archivos mensuales: enero 2017

PERDIDOS

15 domingo Ene 2017

Posted by Livia de Andrés in Humor, relatos, Vida

≈ 2 comentarios

Etiquetas

Alemania, Bruselas, Europa, extranjero, humor, Idiomas, relatos, Suiza, vida

Map Better

Es inevitable perderse cuando te obligan.

Hay conductores que van huyendo, huyen de las autopistas porque son caras, y más, si atraviesas Europa. Huyen de la gente porque, según cambias de país, te hablan un idioma diferente ¡Qué gente tan rara! Si pasas por Francia, te hablan francés, si pasas por Alemania, alemán. Y es que hay que huir de semejantes locos.

Si haces un viaje con uno de estos conductores temerosos del mundanal ruido, lo lógico y normal, es que te pierdas. Te pierdes y lo haces en todos los sentidos.

Te pierdes porque te obligan a ir mapa en mano indicándoles caminos alternativos que, si bien, hacen que se ahorren un buen dinero en autopistas, también es verdad que les hacen gastar el doble en gasolina.

Tomas curvas y más curvas, atajos y más atajos, caminos inhóspitos, sin gente, sin casas. Bueno, sí, a veces te topas con una casa, pero sólo una.

Mientras conducen, te obligan con gritos histéricos o furia desatada, a que les indiques si hay que encaminarse hacia, la A8, pasando por el terruño B1 pero sin atravesar la autopista A2.

Y tú, tan cansada como aturdida, te dedicas a descifrar un mapa que, si fueras sola conduciendo, arrojarías por la ventana y, simplemente, seguirías las enormes y claras indicaciones de las autopistas de Europa, que no se parecen en nada a las de mi tierra. En mi tierra tienes que saberte de memoria los pueblos intermedios, porque los gallegos siempre ocultan el destino, por aquello de si te enteras de algo. Pues, en Europa no es así, sólo tienes que seguir el cartel que dice, PARÍS…, BRUSELAS…, GINEBRA, que es la que me apetece tomar a mí cuando estoy al lado de estos seres miedosos y cobardes.

Y tú sigues medio bizca, pues suelen querer conducir por la noche para pasar desapercibidos, ir de incógnito y no encontrarse ni con tráfico, ni con gente, ni con nada que tenga vida o les hable, sigues mirando el dichoso mapa, al que has dado tantas vueltas que, más que un mapa, parece una sábana centrifugada.

Y en estos agradables viajes, con estos conductores que sufren a lo largo de todo el trayecto una especie de ataque de pánico continuado, te dejas decir que, como eres mujer, te has equivocado y que ellos “creen” que, a pesar de lo que diga yo y el mapa, hay que torcer a la derecha. Y por mucho que les expliques que si tuercen, se van a ir directos a Alemania, no se convencen hasta que leen un cartel que dice: “Deutschland”.

Entonces nos deleitan con otro ataque de pánico, pues no hablan ni papa de alemán y empiezan a gritar: “¿Qué pone ahí? ¿Qué dice ese cartel? ¡La culpa la tienes tú porque no sabes leer los mapas! ¡Las mujeres no tenéis orientación! ¡Estos alemanes son una mierda, ponen todos los carteles en alemán!»

Llegados a este punto, me suplican que los lleve a una autopista donde haya gente “civilizada” que hable algún idioma “normal”.

Y como soy así de idiota, en vez de bajarme del coche e irme a un hotel a disfrutar de una ducha y una buena comida, los llevo de vuelta a una autopista.

Abandono el dichoso mapa y leo los carteles para hacer todo el camino de vuelta, entre las quejas y protestas del conductor de marras sobre el gasto inútil de gasolina.

Y, por fin, llegamos a la ansiada autopista. Sin embargo, estos conductores no se sentirán del todo a gusto, pues en el país vecino, resulta que hablan francés y esto tampoco les va, aunque se resignan.

Eso sí, la cola es interminable y ahí, yo no puedo ayudar. Pero, en su mente enferma, encuentran enseguida la solución. Y ésta no es otra que apagar el motor y situarse al lado del vehículo para, cada vez que avance el coche situado delante de nosotros en la cola, empujar y frenar el coche con las manos durante unos metros, conmigo dentro.

Y yo, me sacrifico a aguantar hasta llegar a mi punto de destino, tras unos treinta empujones de vehículo con la consiguiente frenada. Por supuesto, ya he decidido que, una vez se haya terminado semejante vergonzosa pesadilla, tomaré un avión o un tren de vuelta a casa. Hasta entonces, sólo me queda hundirme en el asiento del copiloto para pasar lo más desapercibida posible de la vista de los demás conductores que, por muy franceses que sean, no son idiotas.

Claro que, en cuanto alcanza el control de la autopista, él gritará mi nombre para que le traduzca lo que ése «francés imbécil» le quiere cobrar, ya que no le entiende, porque, el muy «bobo, sólo le habla en francés».

Y es que hay gente que debería quedarse en su tierra, allí se entiende todo. Bueno, ellos quizá no.

 

Share this:

  • Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
  • Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
  • Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
  • Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...

Entradas recientes

  • Sobre prácticas antiestrés
  • Olor a nieve
  • Puedo prometer y prometo
  • El tamaño importa
  • El datáfono
  • Un tranquilo paseo
  • Sólo puede quedar uno
  • La manipulación de las masas
  • Feliz Navidad y Año Nuevo
  • «Amigos compatriotas…»

Archivos

  • marzo 2023
  • diciembre 2022
  • agosto 2022
  • mayo 2022
  • febrero 2022
  • diciembre 2021
  • octubre 2021
  • julio 2020
  • junio 2020
  • mayo 2020
  • abril 2020
  • octubre 2018
  • julio 2018
  • junio 2018
  • febrero 2018
  • enero 2018
  • diciembre 2017
  • septiembre 2017
  • julio 2017
  • junio 2017
  • marzo 2017
  • febrero 2017
  • enero 2017
  • diciembre 2016
  • noviembre 2016
  • septiembre 2016
  • agosto 2016
  • julio 2016
  • junio 2016
  • mayo 2016
  • abril 2016
  • marzo 2016
  • febrero 2016
  • septiembre 2015
  • agosto 2015
  • julio 2015
  • junio 2015
  • mayo 2015
  • abril 2015
  • marzo 2015
  • febrero 2015
  • enero 2015
  • diciembre 2014
  • noviembre 2014
  • septiembre 2014
  • agosto 2014
  • julio 2014
  • junio 2014
  • mayo 2014
  • abril 2014
  • marzo 2014
  • febrero 2014
  • enero 2014
  • diciembre 2013
  • noviembre 2013
  • octubre 2013
  • septiembre 2013
  • agosto 2013
  • julio 2013
  • junio 2013

Categorías

  • crítica
  • Educación
  • Ensayos
  • Fotografía
  • Humor
  • Idiomas
  • Literatura
  • poesía
  • Política
  • Reflexiones
  • relatos
  • Sin categoría
  • Traducción
  • Uncategorized
  • Vida

Alemania Berlín blog Bruselas Budapest Cine crítica Debería economía educación English escritores Estocolmo Estrasburgo Europa extranjero Fotografía Galicia Hannover hipocondría historias humor ideas Idiomas Literatura Londres Luxemburgo Munich música Oporto Parlamento Europeo París pensamientos Plymouth poesía Política recuerdos Reflexiones Reino Unido relatos Salamanca Suecia Suiza traducción Universidad USA vida Zúrich

Introduce tu dirección de correo electrónico para seguir este Blog y recibir las notificaciones de las nuevas publicaciones en tu buzón de correo electrónico.

  • RSS - Entradas
  • RSS - Comentarios
Follow Livia de Andrés on WordPress.com

Entradas y Páginas Populares

Sobre prácticas antiestrés
Olor a nieve
Puedo prometer y prometo
El tamaño importa
El datáfono
Un tranquilo paseo
Sólo puede quedar uno
La manipulación de las masas
Feliz Navidad y Año Nuevo
"Amigos compatriotas…"

Comentarios recientes

Antonio Rodríguez Mi… en Sobre prácticas antiestrés
Livia de Andrés en Sobre prácticas antiestrés
Antonio Rodríguez Mi… en Sobre prácticas antiestrés
Livia de Andrés en Sobre prácticas antiestrés
Gustavo Catalán en Sobre prácticas antiestrés
Gustavo Catalán en Puedo prometer y prometo
Livia de Andrés en Puedo prometer y prometo
Gustavo Catalán en Puedo prometer y prometo
Livia de Andrés en Un tranquilo paseo
Santiago Pérez Malvi… en Un tranquilo paseo
Livia de Andrés en Un tranquilo paseo
bustodelavega en Un tranquilo paseo
Livia de Andrés en Sólo puede quedar uno
sabiusblog en Sólo puede quedar uno
Livia de Andrés en Sólo puede quedar uno

Comentarios recientes

Antonio Rodríguez Mi… en Sobre prácticas antiestrés
Livia de Andrés en Sobre prácticas antiestrés
Antonio Rodríguez Mi… en Sobre prácticas antiestrés
Livia de Andrés en Sobre prácticas antiestrés
Gustavo Catalán en Sobre prácticas antiestrés
Gustavo Catalán en Puedo prometer y prometo
Livia de Andrés en Puedo prometer y prometo
Gustavo Catalán en Puedo prometer y prometo
Livia de Andrés en Un tranquilo paseo
Santiago Pérez Malvi… en Un tranquilo paseo
Livia de Andrés en Un tranquilo paseo
bustodelavega en Un tranquilo paseo
Livia de Andrés en Sólo puede quedar uno
sabiusblog en Sólo puede quedar uno
Livia de Andrés en Sólo puede quedar uno

Creative Commons Licence

Licencia Creative Commons
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

Crea un blog o un sitio web gratuitos con WordPress.com.

Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: Política de cookies
  • Seguir Siguiendo
    • Livia de Andrés
    • Únete a 50 seguidores más
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Accede ahora.
    • Livia de Andrés
    • Personalizar
    • Seguir Siguiendo
    • Regístrate
    • Acceder
    • Denunciar este contenido
    • Ver sitio web en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...
 

    A %d blogueros les gusta esto: