
Una pareja entrada en años se encuentra sentada en una terraza al sol.
Él toma una copa de vino con cara de aburrimiento, como el que espera un día igual al anterior. Ella también está aburrida pero parece algo más ocupada que él, aunque sin exagerar ya que parecen estar jubilados los dos.
Viven juntos, por eso están sentados sin la mascarilla puesta. Además, es un sitio al aire libre.
Pasados unos minutos ella se levanta y se queda de pie junto a la mesa de su marido. Empieza a hablarle. Él la mira con desgana, mientras enciende un cigarrillo.
Alguien le ha dicho que fumar se hace de pie y ella sigue la norma.
Imagino que será porque no quiere pasarle ningún virus a su marido, con el que convive, come, cena y hasta al que, probablemente, le escupa cuando le hable.
Sin embargo, la norma es la norma y a ella le han dicho que hay que levantarse para fumar, aunque no se haya parado a recapacitar el porqué de esa medida.
El humo se acerca más a mi mesa que a ellos. Exhala de pie y procura echar la bocanada de aire hacia mi mesa. Su marido queda así protegido de todo, ya que ella se ha levantado, aunque en la intimidad de su hogar le lance las gotitas de su aliento.
La norma es la norma, si hay que fumar en pie, se fuma de pie. El humo sólo se puede echar a las mesas circundantes, que somos los únicos a los no nos escupe a diario. Querrá que probemos.
😂🤣😂 no seas mala…
🙂
La norma es la norma, por supuesto, pero la ciudadanía no se demuestra solo con el respeto a la norma. Salvando las distancias, en la antigua Roma quienes no tenían la ciudadanía eran considerados bárbaros. Saludos.
Es ciero, Santiago pero las normas se ponen por un motivo. Sólo tienen que pensar por qué les pide que se pongan de pie y se alejen de la gente para fumar. Sólo digo que no actúen como autómatas, que piesen en la razón por las que se les pide esto. Un saludo y gracias por tu comentario.