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Recuerdo un magnífico monólogo de Marlon Brando en la película «Julio César», cuando representaba a Marco Antonio, discurso de un político aplacando a la plebe y que para ello apela a sentimientos, no a argumentos y que comenzaba por «Amables romanos… amigos compatriotas…»
Hoy en día diríamos algo más sencillo: » Hoy quiero transmitir a la ciudadanía, que estamos con ellos y que no vamos a dejar a nadie atrás, que los jóvenes podrán seguir vomitando en la calle durante los fines de semana y si les apetece los miércoles también».
¡Ay el arte de la dialéctica! En la actualidad está tratado de forma tan burda, que se ha convertido en puras soflamas sacadas de antiguos manuales para destruir al individuo, creando así un pensamiento único y por tanto, mucho más manipulable.
Imaginaos por un momento que la gente fuese capaz de pensar por su cuenta, sería todo un problema para el nuevo orden mundial.
¡En el clavo!
Gracias Gustavo.
Aprendamos de la historia. Magnífica reflexión
Muchas gracias. A ver si aprendemos.
¡Bravooo…!
Muchas gracias, Antonio.