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En un mundo donde las nuevas tecnologías nos mantienen conectados de forma fácil y permanente, se ha impuesto la incomunicación.
Cafés, terrazas, calles, semáforos están invadidos por gente que le habla a algún tipo de aparato, fantasmas que ríen, hablan y caminan solos, en un empeño desesperado de aparentar estar permanentemente ocupados y de imaginar que no están solos.
En un intento de escapar de esa soledad que nos engulle, utilizamos escapes que no son otra cosa que un mero espejo de la mentira en la que parece que no estamos solos.
Un día entero sin luz eléctrica, sin posible conexión a redes u otro tipo de aparatos, se torna insoportable, eterno e incluso enloquecedor para un inmenso número de personas.
Sentarse en un café y mirar hacia el cielo, abandonando tu mente al disfrute de las sensaciones que te rodean, como olores, pensamientos o miradas cruzadas con otros seres humanos, no es algo fácil de ver.
Y en vez de eso, vemos imágenes de gente pegadas a pantallas, fomentando su aislamiento, cultivando sus miedos, no haciendo frente a sus inseguridades y asegurando el muro que los separa del mundo real, que es en realidad en el que deberían vivir.
Sin tecnología aparece el fantasma de la soledad, el temido despertar de una consciencia adormecida.
El ser humano es un ser social. Las relaciones sociales no son siempre agradables, requieren esfuerzo y, en muchas ocasiones, son molestas.
Resulta difícil imaginar hoy en día a esa vecina que aparecía sin previo aviso por la puerta a pedirte algo que se le había acabado o que se sentaba a tomar café en tu salón sin haber sido invitada.
En vez de eso, nos encontramos a diario con caras hurañas o gente que le sonríe al móvil, perdidas en un sueño del que se niegan a despertar, porque las relaciones sociales les producen miedo.
Y veo gente que fuma sin necesidad porque no soportan tener las manos libres, gente que no puede apartar su mirada de su móvil, mientras imaginan que están teniendo una conversación real, personas incapaces de conocer a otra gente que la que ya conoce, ni de desplazarse a lugares que los ya frecuentados y que les proporcionan esa seguridad que confunden con felicidad.
Personas que a través de los años, se ven presos de unas costumbres que no pueden abandonar y de las que ya no son conscientes.
No se trata de vivir arriesgando, se trata de volver a ser capaces de vivir mirando más hacia el ser humano que a las máquinas.
Esa deshumanización, es más cómoda y más triste.
Las tecnologías, como todos los avances son un privilegio, pero el mal uso de las mismas, un error.
En el pasado existía la sensación de pertenencia a una comunidad y las relaciones humanas eran normales.
Hoy vemos, cómo se destapa la verdad de un universo egoísta, cómodo y solitario que, como una tela invisible, nos va atrapando, un entramado en el que evitamos en lo posible las molestias externas.
El universo en el que no aceptamos que un amigo pueda necesitar nuestra ayuda a una hora intempestiva. Y nos movemos en un mundo virtual en el que los sentimientos van desvaneciéndose paulatinamente, en el que los roces, las miradas, se evitan en lo posible.
Familia, amistad, amor son difíciles de encontrar, son molestos a veces, requieren sacrificio, esfuerzo, pero todo lo cómodo nos hace morir un poco más cada día.
Seamos valientes y dejemos que nos molesten, por lo menos un poco.
Tienes toda la razón. Y muy buen artículo, como siempre. No entiendo cómo la gente prefiere las redes sociales al contacto humano, siempre que se pueda. Y mira que lo digo yo, que tengo un blog, pero es que a veces la gente que está al lado la una de la otra prefiere hablarse por mensaje que cara a cara. Como decía Aristóteles, la virtud está en el punto medio. Un abrazo
Muchas gracias por tu comentario.
Sí ambas tenemos un blog, pero parece que las dos sabemos que una conversación, el contacto humano con otra persona, una mirada, tienen mucho más valor.
Ya veo que estamos de acuerdo 🙂
Otro abrazo.
Extra, extra!!!!!, una importante noticia, te he nominado para el premio
The cracking chrispmouse bloggywog-award
desde http://juliaojidos.wordpress.com/
Un saludo.
Gracias, de nuevo, Julia 🙂
Un saludo.
Es una pena que siendo seres sociales tengamos que acostumbrarnos a una nueva realidad impuesta para poder encajar .Gracias por recordarnos que seguimos siendo humanos .
Gracias por tu acertado tu comentario.
Adaptarse a las nuevas tecnologías y todo lo que signifique desarrollo, es importante. Forma parte del mundo en el que vivimos y no hay que estancarse en el pasado, por muy cómodo y conocido que sea.
Sin embargo, no puedo olvidar que, como tú muy bien dices, somos humanos, y eso es algo que no debemos olvidar. Hay que cuidar y desarrollar también esa parte.
Existen las relaciones entre personas, las charlas, el desarrollo de ideas y miles de cosas que no se pueden expresar sólo con mensajes de Whatsapp, porque aunque intenten que «encajemos en esa realidad», como dices, somos más infinitamente más que eso.
Gracias otra vez por tus palabras, nos seguiremos leyendo.
Un saludo,
Livia.