Etiquetas

,

Gorra

Siempre he pertenecido a la resistencia.

Mi gorro y mi espíritu de partisana me han acompañado en todos mis viajes.

En ocasiones, me invade la sensación de estar rodeada por muros compuestos de unas piedras gigantescas que se agolpan una encima de la otra hasta impedir que pueda ver fuera de ellas. Y me encuentro cercada.

Sin embargo, cuando reflexiono, puedo percibir cómo esos muros están creados por nosotros mismos a base de disculpas, comodidad, miedo, vagancia, falta de imaginación, e iniciativa, frustración y otras muchas cosas. Todas ellas, fortalecen las cadenas imaginarias de nuestro encierro, sin que nos queden fuerzas para alcanzar las llaves que nos permitan salir.

Salir de nuestro encierro no significa salir huyendo hacia cualquier sitio. Nuestras fronteras dependen casi siempre de nuestro yo interno más profundo. De ése que no dejamos salir por miedo a que nos obligue a abandonar lo ya conocido.

Hay caminos que deben explorarse cogiendo un avión y otros que se exploran mirando hacia nuestro interior.

La vida consiste en una lucha continua. En general, nos empeñamos en que cuanto más fácil sea, más feliz es, pero no es así.

Nosotros, los partisanos, los que pertenecemos a la resistencia, seguimos indagando en el camino y preguntándonos cuál es el recorrido que nos llevará a nuestra patria y, hasta que no la encontremos, siempre estaremos sin patria y deambulando entre tinieblas.